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RÉQUIEM POR UNA IDEA

Has tenido una idea. Estás contentísimo por ello y tu cuerpo invadido por un sentimiento de realización personal importante. Empiezas a elucubrar cómo harás dinero con ello, con quién conformarás el equipo, cómo se lo vas a ofrecer al público. Realizas una primera búsqueda con los dedos cruzados y mirando a la pantalla de reojo y los ojos medio entornados para explorar posibles existencias de un proyecto o empresa igual en funcionamiento. La encuentras. Derrumbamiento.

Si te has sentido identificado en parte o totalmente con la situación del párrafo anterior tranquilo, no eres el único. Yo también sé lo que se siente cuando esa sensación de plenitud interna se desvanece.

Réquiem por una Idea. carlosjimenezg.com

Pero mirémoslo fríamente también y démonos cuenta de que podemos estar contentos por haber tenido una idea que otras personas ya han llevado a cabo. ¿Por qué? Pues porque a pesar de que quizá no sea tan original como creías al menos sabes que alguien más le ha detectado viabilidad (sobre todo si está funcionando) y le está yendo bien. Pues oye, ¡chapó por haberte lanzado y haberlo conseguido! Además, con la de personas que hay en el mundo, por muy original que creyeras que era tu idea seguro que a otra también se le ha ocurrido en algún momento o se le va a ocurrir. Otra cosa es que la hayan llevado a cabo o no. Y recuerda que las ideas “eureka!” no suelen ser precisamente las más prósperas en cuanto a negocio, si no las que solventan algún problema o cubren alguna necesidad, aunque para estas también es aplicable la situación reflejada anteriormente.

Esas emociones de decaimiento y desmotivación cuando descubres que tu idea ya existe, o que aquella idea que tuviste hace tiempo pero que no la llevaste a la realidad por alguna razón, entre las que puede encontrarse el “Síndrome de la almohada asesina” de Fernando Botella  (por la que a falta de acción piensas continuamente en una idea durante meses pero te quedas paralizado y tu almohada acaba matándola), ahora existe y tiene escaso tiempo de vida es muy probable que, aparte de que es como si hubiera muerto tu “bebé”, se deba a la importancia que le des a las ideas.

Acudamos a los expertos y experimentados para ver qué nos dicen respecto a esto. Hay una frase que me ha gustado mucho de esta conferencia que dice “A veces la pasión nos hace no ver la realidad” “Está bien como motor pero puede taparte la realidad de si vas a funcionar bien a nivel de negocios”. Está bien que tu idea te haya provocado esas emociones, pero si lo que buscas es crear un negocio rentable y te empecinas en hacer realidad esa idea cuando todos los indicativos señalan que no va a funcionar, es posible que estés cegado por esa plenitud o pasión, y en ese caso seguramente lo mejor sería matar la idea.

Por otro lado, tenemos a expertos que nos hablan del valor 0 o poquísimo que tiene la idea. Por ejemplo, Javier Megías nos dice en su blog . que la idea no vale nada, lo que vale es la ejecución, cómo diseñas el servicio, la determinación, la persistencia, el compromiso y la dedicación. Incluso en esa ejecución lo más importante no es el plan de negocio si no el haber conseguido un equipo capaz e inspirado para llevarla a cabo.

Esta misma explicación es la que me daban emprendedores tan conocidos como Carlos Blanco y Risto Mejide en un evento de First Tuesday. El primero comenta que salvo que hayas inventado la rueda, el fuego, el helicóptero, o sea tan buena como eso, no sirve para nada y por ende para él la idea vale entre un 5% y un 10% y la ejecución, las personas y los socios tienen un valor del 70%, 80% o 90% en el éxito. Algunos optimistas le otorgan un 20% o 30% al valor de las ideas, mientras que es más importante tener un socio bueno, fiel, que te ayude operativamente, construir ese equipo, y que tú seas un buen líder.

Alejandro Suárez afirma en su libro Ha llegado la hora de montar tu empresa que la idea es un valor subordinado al equipo que la va a llevar a cabo, al talento, a la ilusión y a la motivación, y que no tiene alma, esta la aportas tú. Él recomienda no lanzarte como emprendedor por el mero hecho de haber tenido una «Gran Idea» (eso sería caer en la trampa de las ideas con mayúsculas).

Lo que haces contando tu idea es validarla. La experiencia de los que ya llevan años emprendiendo les dice que las ideas iniciales siempre se modifican, y normalmente esto ocurre cuando empiezas a compartirla con otras personas y empiezas a enriquecerla con sus aportaciones. Cada uno de ellos te da gratis un comentario que tú unes si quieres. Es más común que quieran ayudarte o unirse al proyecto que apropiársela e intentar llevar a cabo ideas de los demás, que quizá no les suscita especial interés. Además si lo intentara, no sería tú ni tendría tu equipo, ni lo ejecutaría igual.

Risto, sin embargo dice que ni aunque hayas inventado algo como el submarino o la rueda… ya que Gutemberg no inventó la imprenta, mejoró lo que ya existía; James Watt no inventó la máquina de vapor, ya existía, lo que hizo fue mejorar su ejecución, etc. La idea no vale nada, 0. Y lo que hace es instarnos a copiar una idea que ya exista y replicarla. Estamos en el mundo del copyleft. “¡Olvídate del copyright!”, “Tus ideas serán cojonudas, pero serán mucho mejores en manos de los demás”.

Admitámoslo, la mayoría de los que nos iniciamos en el mundo del emprendimiento con un proyecto por delante, de una forma u otra, y sobre todo al principio, hemos tenido miedo y desconfianza a la hora de contar la idea «por si nos la roban». ¡No vaya a ser que me quede sin la gallina de los huevos de oro y sin el correspondiente reconocimiento!

Para finalizar os dejo un artículo de @Alfonso_Prim en el que nos ejemplifica en primera persona y con detalles una experiencia en relación directa a la situación comentada a lo largo de este artículo, de cómo no materializaron una idea que posteriormente fue realizada por otras personas.

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Cuéntanos si tú también has tenido miedo alguna vez de contar tu idea o si este artículo te ha aportado otras perspectivas que te han hecho cambiar un poquito de opinión 🙂

Carlos Jiménez

Decidí hacer realidad mis ideas. Las que brotan desde pequeño surgidas por mi insaciable curiosidad, aprendizaje, e interés por la creación.

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